En este proceso, el sujeto es activo. En este proceso de incorporación de conocimientos a sus esquemas previos, justamente algo que valora esta teoría y que es plenamente aplicable a la educación, se destaca el concepto de “saberes previos”.
Se supone que todos los sujetos poseen conocimientos previos al aprendizaje de nuevas nociones. De allí que la educación —o el educador— deba partir de estos saberes previos para ajustar su propuesta de enseñanza y, de esta manera, conseguir resultados de aprendizaje más promisorios.
“Promisorio” alude aquí a aquello que compromete un resultado esperado, responsable y alcanzable.
Piaget sostiene que nadie tiene la mente en blanco; por el contrario, siempre contamos con saberes previos. La inteligencia del docente radica en reconocer esos saberes para, a partir de ellos, iniciar la enseñanza de nuevos contenidos.
Por ejemplo, al enseñar lectoescritura, es fundamental conocer qué dominios poseen los alumnos: si reconocen aspectos de la escritura, si realizan garabatos controlados, si producen letras o pseudoletras, si escriben su nombre, si comprenden la correspondencia fonema-grafema, si leen silábicamente o si manejan nociones como la cardinalidad numérica, la cual también influye en el desarrollo de la lectoescritura.
Contar con esta información permite al docente diseñar actividades y estrategias de enseñanza con mayor posibilidad de acierto. Es análogo a conocer el terreno antes de sembrar: si se conoce su estado, se puede intervenir para mejorarlo o adaptar la siembra. Sembrar al azar, en cambio, reduce las probabilidades de éxito.
Esto es, precisamente, lo que implica trabajar desde los saberes previos.
Vinculado a este enfoque aparece el concepto nodal —es decir, central— del error sistemático. Este refiere a que todos los niños y niñas, en su desarrollo psicomotor y cognitivo, atraviesan etapas en las que elaboran concepciones erróneas.
No obstante, dichas concepciones son indispensables, ya que forman parte del proceso necesario para alcanzar aprendizajes más acertados. En otros términos, el error es visto como constructivo, en la medida en que pone en evidencia la contradicción entre los saberes previos y la realidad.
Un ejemplo claro es el aprendizaje silábico. Al principio, el niño asimila cada sílaba a una sola letra. Así, para referirse a la palabra pato, puede escribir únicamente “A O”, asociando la primera sílaba a la vocal /a/ y la segunda a la vocal /o/.
En una segunda etapa, incorpora consonantes y escribe formas como “PAO” o “ATO”.
Solo en una fase posterior logra un aprendizaje alfabético pleno, escribiendo la palabra de manera convencional: pato.
“Convencional” significa que la escritura responde a una convención lingüística: un acuerdo colectivo sobre cómo se representa gráficamente una palabra en una lengua determinada. En español, pato se escribe con esas letras específicas, pero en inglés, por ejemplo, se escribe duck, con una lógica fonológica y gráfica distinta.
El aprendizaje, entonces, implica ir adecuándose progresivamente a estas convenciones sociales.
Piaget rompe con la idea tradicional de que los niños parten de la ignorancia absoluta. Por el contrario, afirma que llegan al aprendizaje con ideas propias, las cuales no solo existen, sino que son indicadores valiosos del nivel de desarrollo en que se encuentran.
Estas ideas permiten al docente identificar en qué momento del proceso se halla el alumno y qué tipo de intervención pedagógica resulta más pertinente para facilitar su avance.
El conocimiento se construye de forma escalonada. Por ejemplo, en el desarrollo gráfico, primero aparecen los garabatos descontrolados; luego, los garabatos controlados; después, figuras esquemáticas —como un círculo al que se le atribuye identidad (“esta es la abuela”); más adelante, se agregan detalles como ojos o brazos.
Estas etapas revelan niveles progresivos de conceptualización y simbolización. A partir de ellas, el docente puede seleccionar actividades adecuadas al nivel del alumno, orientando su evolución hacia formas más complejas de representación y comprensión.

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