domingo, 22 de octubre de 2017

Suicidio. Aproximaciones para una reflexión

 por Lic. Héctor Rubén Vega. hectorrvega@hotmail.com La temática del suicidio
 Introducción

Sus expresiones más definidas han respondido a variables que integran lo individual, el contexto familiar y lo social.
Trastornos psíquicos de relativa gravedad, cronificados por la no intervención oportuna, disfuncionalidad en el interior de los hogares y fallas en los mecanismos de contención intrafamiliares, y por último la actitud sistemática e invisible de la sociedad que se expresa en una lógica de escaso compromiso con el otro social.

Estas realidades generalmente aparecen al juzgado encubiertas tras problemáticas de tipo conyugal, entre padres e hijos, o intrafamiliares en general y son derivados por las instituciones de salud pública. No es importante su número respecto de la densidad de población que comprende nuestra jurisdicción, respecto de otras problemáticas que ingresan a la justicia de menores y familia.
Existen otras situaciones en que el suicidio aparece como encubridor de otras conflictivas no visibles, y los niños, jóvenes o adultos muestran su intención de suicidarse como un último recurso para llamar la atención sobre ellas. Abandono social, desamparo afectivo, disfuncionalidad familiar; donde los sujetos han encontrado la alternativa del suicidio o supuesto suicidio como el mecanismo última para demandar ayuda de un tercero. Inclusive las conductas de tipo acting out, devenidas en consumo de sustancias de forma crónica, alcoholismo u otro afín.
Estas observaciones puede pensarse como positiva en tanto expresa datos de escasez de estas conductas en loindividual como en lo colectivo en nuestra zona. Es una de las interpretaciones. Nosotros la valoramos como una de las posibles lecturas, ateniéndonos a la complejidad de dicho fenómeno y la factibilidad de que se presente en lugares distintos de los accesibles a nuestro conocimiento.
Convengamos que no es en el ámbito de la justicia donde preferentemente estas realidades deben ser tratadas, la sociedad tiene dispositivos previos que atienden ésta problemática. La justicia es el recurso último para la intervención en estas situaciones; cuestión básica como punto de partida en el análisis del fenómeno del suicidio.
No es redundancia referir a la complejidad de los fenómenos humanos y de la maravillosa riqueza que expresa el psiquismo de la personas. Aquí intentaremos referirla brevemente en uno de sus aspectos.
• De las causales
La realidad subjetiva en su intangibilidad se expresa en la conducta de los sujetos. Siendo determinante su intangibilidad y decisiva su consecuencia, cuando damos cuenta de su presencia y se retrae a lo más profundo de nuestra ignorancia.
Hemos de tener presente, a manera descriptiva, tres ámbitos de análisis posible de las causalidades de los fenómenos relativos a las conductas humanas, en el cual incluiremos al suicidio o a las conductas de tipo impulsivas, de acting out.
• De los niveles de causalidad
Las lecturas más usuales y del sentido común limitan la etiología o causalidad de las conductas suicidas al plano estrictamente individual. Dando lugar de influencia relativa al contexto familiary mínima relevancia al contexto social.
Tamaño error limitar a lo individual esta problemática. Las variables subjetivas se construyen en un ámbito familiar e institucional, en un marco social determinado que puede favorecer o perjudicar su desarrollo.
• Del Sujeto
En lo subjetivo individual existen variables relativas a las características psíquicas que definen su aparición. Los trastornos de tipo depresivo, la toxicomanía, el alcoholismo, los trastornos del ánimo, el trastorno de control de impulsos y los cuadros psicóticos. A cómo el sujeto ha podido alcanzar el acceso a la subjetividad.
El cual puede quedar interferido por diversos factores que favorezcan la aparición de diversas manifestaciones o incluso de patologías como las patologías de la autodestrucción. En estos casos, la falla originaria está en la constitución de la subjetividad, en la representatividad simbólica, donde aquello que no se pudo inscribir y procesar simbólicamente se descarga en actos que tienen como soporte al cuerpo, por ejemplo, las manifestaciones de violencia, adicciones, patologías psicosomáticas y los suicidios propiamente dichos.
Los intentos de suicidio para llamar la atención son frecuentes; sin embargo, no se conoce con exactitud el riesgo real de suicidio. Estas personas presentan alteraciones de la imagen de sí mismos y dudan a menudo de sus objetivos o de sus preferencias sexuales. Los sentimientos de vacío les invaden constantemente.
Son muy sensibles a los cambios en sus relaciones interpersonales que, por otra parte, suelenidealizar o despreciar sin motivos aparentes; se implican tan intensamente que las rupturas acostumbran a ser motivo de descompensaciones, a veces graves.
Realizan esfuerzos excesivos para evitar el abandono, sea real o imaginado. A menudo amenazan con autolesionarse o con el suicidio y en no pocas ocasiones lo ponen en práctica.
• Familia
El ámbito por excelencia de la construcción de matrices relacionales y de los primeros vínculos constitutivos de los sujetos es la familia.
Un chiquito de ocho años, el menor de la fratría, murió en un accidente. La madre, que adoraba a este hijo, entró en un duelo patológico, con un absoluto desinterés por la vida. Su marido estaba desesperado, ya que, además de perder al hijo, veía a su mujer al borde del suicidio. Un día, el hijo mayor los reunió a ambos y les dijo: “¿Qué me están haciendo? Yo existo...”. De modo que, cuando se encuentren con algún malvado que alardea, con las banderas del mal, de su prescindencia del amor, pregunten qué otro malvado como él le resulta imprescindible. Hay por lo menos uno, cuyo amor precisa; cuando ese uno falta, el sujeto cae. Es también la historia de Vincent van Gogh: a medida que se le fue cerrando el mundo, su único sostén pasó a ser su hermano Theo; sólo él colgaba sus cuadros. Cuando Theo le anuncia que se va, Vincent se suicida.
En un texto de periódico decía lo siguiente: “Recién cuando hizo un intento de suicidio se descubrió que el pariente abusaba de ella desde hacía años.” Como decíamos, el suicidio denuncia la enfermedad en el interiordel núcleo familiar. La existencia de malestares que si no tienen una expresión saludable, se constituyen en un riesgo que pone en juego la vida de sus miembros.

• Sociedad
El marco social y cultural, desde sus instituciones, desde su discurso explícito como implícito es productor permanente de mensajes que impactan en la subjetividad de los sujetos, generando efectos en su contacto con los objetos de la cultura que en nuestras sociedades es cada vez más perversos. Es imposible descontar estefactor en un an{alisis de cualquier problemática humana. La cultura y su medios de comunicación deciden la importancia de lo subjetivo; es más, define lo subjetivo.
• Propuestas
Albert Camus decía que sólo hay un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no la pena ser vivida es responder la cuestión fundamental. El resto viene después.
Pero hay una problemática previa a esta cuestión: me refiero a si puede efectivamente ser enunciada y si hay orejas para escucharla. Se debe buscar el malestar propio de nuestra época.
En cierto acallamiento y cierto desoír. Cierto desfallecer del síntoma y, contrariamente pero no tan paradojalmente, un incremento de la enfermedad. No tenemos que confundir al síntoma con la enfermedad.
Los síntomas personales y sociales ponen en juego una palabra anudada, una verdad subjetiva que quiere hacerse oír. Son enunciaciones fallidas que buscan su restitución en el discurso. El síntoma interpela al sujeto y a su entorno, viene a introducir en la monotonía de larepetición de lo mismo, en la monotonía de la insatisfacción alienada a una demanda, una interrogación teñida de asombro, que promueve un nuevo movimiento hacia el otro.
Estamos en un tiempo marcado más por la enfermedad que por el síntoma. Un tiempo signado por esa enfermedad que, para estar a tono con la época, quiere también ser única y globalizada. Enfermedad de la desesperación no lúcida, del desaliento malhumorado.

Tomando los ejes de análisis mencionados hemos de determinar ciertos niveles de actuación ante estas problemáticas que se pueden tener en cuenta:
✓ En lo individual: El diagnóstico precoz, a través de la detección temprana, ha permitido en no pocos casos una intervención terapéutica eficaz para evitar su actuación, lo que por sí solo justificaría el tiempo y la dedicación que demanda el adecuado aprendizaje de su importancia, en tiempos en que tanto se menosprecia la vida del individuo.
Este sistema facilita acceder al pronóstico y a la consecuente prevención. Mientras que la mayoría de las reacciones son normales, hay gente con problemas de salud mental preexistentes que tienen reacciones dañinas. Hay también algunos que reaccionan a desastres personales de un modo peligroso para sí mismos u otros. En las secuelas de la crisis, se debería siempre estar alerta a cualquier palabra u otros signos de pensamientos sobre el suicidio o comportamiento amenazador hacia individuos específicos. Si surgen, los dispositivos familiares o socioasistenciales, deberían proveer y/o buscar ayuda inmediata y derivacionesprofesionales.
Mientras que la mayoría de las reacciones son normales, hay gente con problemas de salud mental preexistentes que tienen reacciones dañinas. Hay también algunos que reaccionan a desastres personales de un modo peligroso para sí mismos u otros. En las secuelas de la crisis, el interventor debería siempre estar alerta a cualquier palabra u otros signos de pensamientos sobre el suicidio o comportamiento amenazador hacia individuos específicos. Si surgen, los trabajadores de servicio a la víctima deberían proveer y/o buscar ayuda inmediata y derivaciones profesionales.

✓ En lo familiar:
Es trascendente la intervención de la familia en esta problemática, en la derivación a centros asistenciales, en la iniciativa de realizar una consulta ante la negación de algunos de sus miembros. Las cuestiones son más complejas que las de la voluntad.
Debe saber proveerse de los recursos profesionales y/o institucionales que sirvan de apoyo a la capacidad de contención familiar y también puedan intervenir más eficazmente en lo individual si fuera necesario. Es “si fuera necesario” porque no siempre, como decíamos, un intento es real, ya que puede representar un reclamo que debe ser reconocido. En este momento la intervención de un otro, especialista, es una alternativa de ayuda a la familia.

✓ En lo institucional y social:
Es al menos curiosa la advertencia a padres y jóvenes que hizo el presidente de EE. UU.: “Tenemos que aprovechar esta ocasión para repetir una vez más a todos los niños de Estados Unidos que la violenciaes mala”. Reclamó a los padres, que den el ejemplo “mostrando cómo resolver pacíficamente sus desacuerdos”, acusó a la televisión como causante de la violencia juvenil y recomendó a los padres “proteger más a sus hijos contra las imágenes violentas que corrompen la percepción de los jóvenes y les impiden ver las consecuencias de la violencia”.

• Otros
«Mediante el suicidio quiero matarme en un momento determinado, mato a la muerte ahora: sí, ahora, ahora. Pero ya nada muestra la ilusión, la locura de ese yo quiero, pues la muerte no está nunca presente... El suicidio, en, esto, no es lo que acoge a la muerte; es, más bien, lo que quisiera suprimirla como futuro, despojarla de esta parte de porvenir que es como su esencia... No se puede proyectar matarse; uno se prepara para ello, se obra con vistas al gesto último que aún pertenece a la categoría normal de las cosas por hacer, pero este gesto no está de cara a la muerte, no la mira, no la tiene en su presencia...»

Un caso aparentemente conocido:
Respecto de lo social en las conductas de pasaje al acto, tanto en las de tipo autodestructiva como de heteroagresión es un también un significante de las mismas (Fragmento Extraído un Texto de Rabinovich).
El jovencito de Carmen de Patagones había escrito en su pupitre estas frases:  "La mentira es la base de la felicidad",  "Lo más sensato que podemos hacer los seres humanos es suicidarnos", y "Si alguien le encontró sentido a la vida, por favor, escríbalo acá".
Se trata de aforismos de una profundidad enorme, obra de unamente tan angustiada como aguda, tan certera como desesperada... ¿Sabría este chico cuántos reflejos de Schopenhauer, de Kierkegaard, de Nietzsche, había en esos terribles predicados? Muchos, muchísimos más, que de Marilyn Manson, sin duda alguna: y Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche se estudian (y está bien que así sea) como bibliografía de los programas oficiales de las escuelas de todo el planeta...

"La mentira es la base de la felicidad".
¿No es ese el mensaje que recibe cualquier persona mínimamente pensante en nuestras sociedades? La "felicidad" que se vende y se consume, esa felicidad de cotillón, de fotografía de tapa, esa felicidad de los ricos y famosos, de los hermosos y exitosos, de las modelos bien pagadas y los políticos electos... ¿no está basada, acaso, en las más descarnadas, obvias y punzantes mentiras? ¿Por qué esos "felices" se drogan, se dan a conductas perversas, cambian de parejas hasta el hartazgo, se quitan la vida directa o sutilmente? ¿Puede negarse la realidad de este aserto nefasto?
     "Lo más sensato que podemos hacer los seres humanos es suicidarnos"...
¿Y no es eso, acaso, lo que estamos haciendo? De maneras solapadas, subterráneas, clandestinas a veces... Contaminando los mares, talando los bosques, agujereando el ozono, pudriendo las tierras, volcando desperdicios ominosos en los ríos, y empleando artefactos cancerígenos en aras del progreso...
En otras palabras, si la vida fuera como los gurúes del mercado la pintan, como la publicidad nos la ofrece, como las pantallas nos ladescriben, como los carteles nos la prometen, si esa fuera la razón del mundo y de nuestra especie, si esa fuese la teleología de la evolución, desde las amebas hasta Neruda, desde los paramecios hasta Einstein, desde los trilobites hasta John Lennon, entonces... ¿qué más sensato podríamos hacer que suicidarnos?

"Si alguien le encontró sentido a la vida, por favor, escríbalo acá", pidió el muchacho de negro...
¡Ay! Sus quince años, bien se nota, estaban vacíos de Cristo, de Buda, del Mahatma, de Erich Fromm, de Fray Luis de León, de Víctor Hugo, de Salgari, de San Francisco de Asís, de Alejandro Dumas, de Maimónides, del Arcipreste, de Kipling, de Mandela, de Dickens, de Ghibrán, de Saint-Exupery, de Juan  Pablo II, de Cronin, del Dalai Lama, hasta de Paulo Coelho, de Serrat y de Paul Mc Cartney. Y de tantos otros...

¡Escuchemos el ruego de este muchacho! ¡Los que hemos encontrado sentido para la Vida, escribámoslo!
En todos los pupitres, en todas las aulas, en todos los periódicos, en todas las almas. Gritémoslo felices, sin estridencias, sin soberbia alguna, pero con profunda simpatía, para que nos escuchen nuestros jóvenes.
Para que sepan que la verdadera felicidad no se basa en la mentira, pero no es, ciertamente, la misma que les quieren vender en cada esquina.
Que los humanos tenemos cosas mucho más sensatas para hacer que suicidarnos, porque la Existencia es algo hermoso, si se la encara como una gesta de amor y trascendencia, de combate por un mundo mejor, sin discriminaciones ni odios, sin hambre ni misiles. Sin pistolas.