(Clase 09/10/25 - PPP)
La entrevista inicial con los padres constituye un momento fundante del proceso diagnóstico. Su propósito no es únicamente recabar antecedentes biográficos, sino establecer una alianza terapéutica que permita comprender la problemática del niño en su contexto familiar.
Una razón central para que esta entrevista se realice sin la presencia del niño es protegerlo de escuchar las preocupaciones, frustraciones o juicios que los padres puedan expresar. Aun cuando esas apreciaciones respondan a una percepción subjetiva —y no necesariamente a la realidad del niño—, su exposición directa puede generar en él sentimientos de culpa, ansiedad o desvalorización. Además, la ausencia del hijo garantiza que los padres puedan hablar con libertad, sin autocensura, sobre sus dificultades, conflictos o malestares vinculados a la crianza.
La naturaleza de la información parental
Según Aberastury y Knobel (1980), los datos aportados por los padres suelen ser inexactos, deformados o superficiales. Esta distorsión no responde necesariamente a mala fe, sino a que los adultos viven la entrevista como un enjuiciamiento personal. El miedo a ser juzgados como “malos padres” activa mecanismos defensivos —como la negación, la minimización o la idealización— que interfieren con la transmisión de información fidedigna.
Esta resistencia suele ser inconsciente: los padres no niegan intencionalmente, sino que no logran reconocer plenamente lo que ocurre con su hijo porque ello implicaría confrontar sus propios conflictos, carencias o expectativas frustradas. Por ejemplo, es común escuchar: “En casa no tiene problemas; debe ser cosa de la escuela”, lo que revela una dificultad para integrar distintos contextos o aceptar que el síntoma trasciende lo escolar.
Estrategias para disminuir la angustia parental
Para facilitar una comunicación más abierta, el profesional debe explicitar desde el inicio su postura:
“No estoy aquí para juzgarlos, sino para acompañarlos y pensar juntos qué está pasando con su hijo.”
Esta aclaración —aunque parezca obvia para el clínico— es crucial para los padres, quienes suelen sentir que exponer sus errores o debilidades los dejará en evidencia. Al posicionarse como aliado y no como juez, el psicopedagogo reduce la angustia y abre un espacio de confianza donde lo dicho puede ser más cercano a la verdad subjetiva de la familia.
Contenidos indispensables de la entrevista
Aberastury y Knobel (1980) sostienen que no debe finalizarse la entrevista sin haber obtenido los siguientes cuatro núcleos de información:
- Motivo de consulta: la queja explícita y quién la formuló (maestra, médico, los propios padres), así como el recorrido previo de intervenciones.
- Historia evolutiva del niño: desde el embarazo hasta la actualidad, incluyendo hitos del desarrollo físico, emocional, cognitivo y social.
- Rutina cotidiana: cómo se organiza un día habitual, un domingo, un feriado o una celebración como el cumpleaños. Esto revela la estructura familiar, los tiempos compartidos, los límites y la calidad de los vínculos.
- Relaciones familiares: configuración del grupo familiar, roles parentales, presencia/ausencia emocional y funcional de los adultos, y dinámicas de comunicación.
Estos datos permiten ubicar al niño dentro de su trama vincular y comprender el lugar que ocupa en la familia, así como la función que su síntoma podría estar cumpliendo en ese sistema.
Características metodológicas: entrevista dirigida y limitada
La entrevista debe ser dirigida y limitada:
- Dirigida: el profesional guía activamente la conversación hacia los ejes diagnósticos relevantes, evitando divagaciones que no aporten al caso.
- Limitada: se establecen límites temporales y temáticos claros. Esto no implica rigidez, sino intencionalidad clínica. Algunos padres, por ansiedad o costumbre, tienden a hablar extensamente sobre temas colaterales; el clínico debe contener con tacto esas digresiones y reenfocar la conversación.
Esta estructura no obstaculiza la empatía, sino que la potencia: al demostrar claridad de propósito, el profesional transmite seguridad y competencia, lo que refuerza la alianza diagnóstica.
Presencia vs. ausencia parental
La presencia parental no se reduce a la cohabitación física, sino que implica una presencia activa: estar emocionalmente disponible, responder con sensibilidad a las necesidades del hijo, sostener límites y cumplir las funciones parentales con compromiso.
Cuando esta presencia es consistente, se favorece:
- La construcción de una identidad segura.
- La internalización de normas.
- La regulación emocional.
- El desarrollo progresivo de la autonomía.
Por el contrario, la ausencia —física, emocional o funcional— puede generar:
- Desorganización en la estructura familiar.
- Confusión en los roles.
- Dificultades en la comunicación afectiva.
- Impacto directo en el desarrollo emocional y escolar del niño.
Como señala Aberastury, no basta con que el padre o la madre “esté”; importa cómo está: si está involucrado, si responde a los llamados del hijo, si cumple su rol con afecto y responsabilidad, o si está presente como un “robot” que cumple obligaciones sin conexión emocional.
Exploración de la historia evolutiva
Embarazo y nacimiento
Este período marca el inicio de la vida psíquica del niño. Se indaga:
- Si el embarazo fue deseado o no.
- La reacción emocional inicial de los padres (alegría, rechazo, ambivalencia).
- La evolución de esos sentimientos durante la gestación.
- Las condiciones del parto: a término o prematuro, con o sin anestesia, acompañamiento, conocimiento del proceso por parte de la madre, relación con el equipo médico.
La experiencia del parto es un acontecimiento simbólico cargado de afectos. Por ello, el lenguaje no verbal (tono, gestos, pausas, bloqueos) aporta tanta información como el contenido verbal. Aberastury destaca que el 75 % de la comunicación es no verbal, y que es en el cuerpo donde se inscriben las angustias no dichas.
Alimentación y primera infancia
La lactancia es el primer acto de relación simbiótica. Se exploran:
- Tipo de lactancia (materna o artificial).
- Presencia del reflejo de succión.
- Momento en que el bebé se prendió al pecho tras el nacimiento.
- Características del pezón y posibles dificultades.
- Ritmo de alimentación: intervalos entre tomas y duración de cada una.
Estos detalles no son meramente técnicos: reflejan la calidad del vínculo, la capacidad de la madre para interpretar y responder a las señales del bebé, y su concepción de la maternidad.
Desarrollo psicomotor y del lenguaje
- Caminar simboliza la separación de la madre y el inicio de la autonomía. Las actitudes maternas pueden favorecer, apurar o trabar este proceso, influyendo en la construcción de la independencia.
- El lenguaje es un indicador de la capacidad de simbolización y de adaptación a la realidad social. Un retraso puede expresar una dificultad vincular más que una alteración neurológica.
Sueño, control de esfínteres y sexualidad
- Sueño: los trastornos reflejan ansiedades no elaboradas.
- Control de esfínteres: revela la actitud de los padres frente al cuerpo, la autonomía y la limpieza/suciedad.
- Sexualidad infantil: sigue siendo un tema tabú. Muchos padres niegan cualquier manifestación sexual en sus hijos por incomodidad o desconocimiento, aunque la curiosidad y el juego exploratorio son expresiones normales del desarrollo.
Importancia del registro clínico
Registrar minuciosamente las fechas de inicio, evolución y modificaciones del síntoma permite:
- Realizar un seguimiento objetivo del caso.
- Evaluar la eficacia de las intervenciones.
- Detectar posibles errores o sesgos en la propia práctica.
El registro es, por tanto, una herramienta tanto clínica como ética: garantiza la responsabilidad profesional y la continuidad del proceso.
Conclusión pedagógica
El enfoque de la asignatura promueve una enseñanza activa y participativa, en la que el estudiante construye conocimiento desde la reflexión, el análisis de casos y la puesta en práctica. Esta metodología no solo mejora la retención de contenidos, sino que modeliza la postura que el futuro psicopedagogo deberá asumir: abierta, crítica y centrada en el otro.
Asimismo, se subraya la importancia de la lectura sistemática y del cuidado en la expresión escrita y oral, competencias esenciales para un profesional cuya herramienta principal es la palabra.
Bibliografía fiel y verificada
La fuente teórica central que sustenta los contenidos abordados en esta clase es:
Aberastury, A., & Knobel, M. (1980). Teoría y práctica del psicoanálisis de niños (2.ª ed.). Buenos Aires: Paidós.
(Primera edición en formato libro: 1980; basada en enseñanzas y notas clínicas de Aberastury desde los años 1950–1970).
- Capítulo 1: “La entrevista con los padres” —aborda con profundidad la ansiedad parental, la resistencia inconsciente, la importancia de los datos evolutivos y la función del analista como aliado no juzgador.
Otras obras relevantes de Aberastury (aunque no centradas en la entrevista inicial):
Aberastury, A. (1963). Adolescencia normal: un enfoque psicoanalítico. Buenos Aires: Paidós.
Aberastury, A., & Knobel, M. (1971). La adolescencia y sus conflictos. Buenos Aires: Paidós.
Estas obras, junto con su legado clínico y docente, siguen siendo referentes obligados en la formación de psicopedagogos y psicoanalistas en América Latina.
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